Seminario Dejando Huella 2018

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El martes 15 de mayo se llevó a cabo el Seminario Dejando Huella 2018, que organiza el Centro de Padres. Este año el encuentro tuvo como tema central la influencia del padre en la hija.

Nuria Pedrals, psicóloga Pontificia Universidad Católica de Chile, Klaus Droste decano de la Facultad de Educación, Psicología y Familia Universidad Fines Terrae e Ignacio Sánchez, rector de la Pontificia Universidad Católica de Chile, fueron los expositores invitados a la undécima versión del Seminario Dejando Huella que este año tuvo como tema la relación padre – hija.

Frente a una gran convocatoria los panelistas hablaron de las pautas que podrían ayudar a aprovechar al máximo esta relación. Los tres profesionales coincidieron en la relevancia de su rol y en la oportunidad que tienen para disfrutar a sus hijas. Llamaron a no descuidar el valor de la familia y llenar de buenas experiencias una relación que se construye en la cotidianeidad de la vida diaria con dedicación y con l

a demostración constante de cariño.

Nuria Pedrals fue la encargada de iniciar las exposiciones, explicando que durante muchos años fue la mamá quien se robó el protagonismo de la relación con los hijos. Sin embargo, hace un tiempo surge la importancia de la relación del padre con los hijos y, en particular, de ellos con las hijas.

Se ha comprobado que un padre que se involucra en la educación de sus hijos influye en que estos tengan, entre otras cosas, vidas más equilibradas y acordes a sus talentos.
Para la especialista, una buena manera de lograr el adecuado involucramiento es la motivación intrínseca, es decir, hacer que nuestras hijas tengan la convicción interior de saberse talentosas. El padre puede lograr que ellas digan internamente: “soy seca” e incluso ambicionen, en el buen sentido de la palabra, hacer crecer esos talentos, no motivadas, por ejemplo, por el premio que recibirán en recompensa, sino por que está en congruencia con su ser.

La motivación intrínseca la tienen los niños cuando son chicos y cuando tienen el espacio para hacerlo. Por ejemplo, cuando se abrochan los zapatos por primera vez o cuando son capaces de llevar un vaso de vidrio sin quebrarlo. A medida que crecen es el padre el motivador por excelencia e

n esta área. El hombre promueve en las hijas al desafío cotidiano, es el que traspasa la sensación de hacerlas sentir “secas” y el que ilumina el motor que las hace seguir aprendiendo.

Unido a esto la psicóloga recalcó la importancia de desarrollar en las hijas la autonomía. El padre es capaz de valorar la autonomía y es capaz de dar la confianza absoluta e incondicional a las hijas para que hagan crecer su potencial y avancen en lo que se proponen. A las mamás este aspecto les es más

difícil.

“El control merma la sensación de eficacia. La autonomía transmite el mensaje: “yo confío en ti y vas a ocuparla con responsabilidad”. El “yo sola” hay que cultivarlo y es importante cambiar la agenda paternal, es decir, lo que a mí me gustaría que mi hija fuera, por la escucha, por la capacidad de estar presentes y conectarse con ellas con una mirada cariñosa. Eso genera una apertura en la hija y una mejor acogida a las correcciones que uno quiere hacer”. Se trata de una autonomía acompañada, en la que sus desafíos siempre encontrarán un ancla en donde afirmare.

La especialista también habló de la importancia de las emociones positivas. Según explicó, en general, las personas tienen más vocabulario para hablar de las emociones negativas. Sin embargo, el tono positivo es el que abre lo canales de la comunicación.
“Cuando yo siento que me miran con orgullo, yo soy capaz de mantener una conversación constructiva. Cuando, por el contrario, me miran con rabia, el cerebro se cierra y no hay posibilidad de ningún diálogo. Por eso los gritos y el castigo, no son tan buenos”, explicó la psicóloga.

Entonces el llamado a los padres es a sacar a flote las emociones positivas, pero no solo a través de palabras, sino que a través de gestos, de la mirada… Y en esto una buena idea es preguntarse, ¿Qué clima emocional instalo en mi casa? ¿Qué clima emocional quiero: alegre, tranquilo?
También ayuda mucho el saber mirar las fortalezas de nuestras hijas: ¿Qué hace bien? ¿Cuándo se entretiene y qué elige con frecuencia hacer?

Nuria Pedrals, además recalcó la importancia de que la motivación intrínseca se ancle en el optimismo, es decir, en esa mirada que es capaz de ver que los malos resultados son algo transitorio, que se trata de un problema acotado y de que siempre se podrá hacer algo al respecto.
Por ejemplo, el pesimista si recibe una prueba con mala nota la rompe. El optimista la lee se da cuenta en que se equivocó, lo ve como algo acotado y piensa que en la próxima le irá mejor.
“Si ese es el tono que los padres inculcan en sus hijas, nadie las parará”.

Finalmente, la especialista sostuvo que un aspecto fundamental en el rol del padre es querer a la mamá y proteger el matrimonio. “Ambos son importantes. Ambos tienen un protagonismo fundamental en la crianza y en lo que van a soñar su hijos. Y los sueños son más alcanzables cuando los padres los impu

lsan”.

Luego, Klaus Droste, fue quien tomó la palabra para hablar del rol del padre en la educación de las hijas. En su exposición explicó que el dejar huella siempre tiene que ver con el amor. Por eso en educación, un papá alcanzará la felicidad en la medida sea capaz de darse desinteresadamente y, en esto, su rol es insustituible.
“En el trato con los hijos uno descubre la donación, la vida de uno es una entrega para que ellos crezcan”.
Sin embargo, este núcleo del corazón paterno siempre está amenazado porque el hombre se despista con facilidad, se distrae con su trabajo o en otras cosas y cae en el egoísmo paterno que es tan perjudicial, pues hace que se ausente de corazón.

“El llamado es a volver a centrarse en lo que es importante, en los otros y no uno. Para ello es fundamental aprovechar instancias como la conversación, los tiempos de ocio, las miradas, el servicio, el conocernos, lo cotidiano. En la vida uno anhela paz y la paz está ligada a las conquistas del

hombre para vencerse a sí mismo y donarse”.

La presencia del padre es fundamental. Pues a la mamá los hijos la ven como una persona incondicional, es afectiva y siempre encontrarán que lo que ellos hacen está bien. El padre es más objetivo y es, por esta razón, que su juicio y su opinión es muy importante para los hijos.

Lo fundamental del padre es custodiar, acción que implica tres grandes actos: Servir como un gesto de grandeza, enseñar para orientar y velar por otros, es decir, estar siempre atentos.

Y para esta custodia de la vida familiar, según el especialista, es fundamental enseñar el amor y tener cuatro actitudes:
– Ternura: La ternura es medir la fuerza y captar a la persona en su totalidad, pensando en su verdadero bien.
– Exigencia: La ternura implica firmeza, teniendo claro que la exigencia va hacia a el padre en primer lugar. El papá tiene que ser exigente con él para no caer en rabias y ser paciente.

– Celo: Hay un celo maduro que se refiere a la capacidad de estar pendiente

de cuidar a otros en la vida cotidiana.
– Fidelidad: El padre debe ser un hombre fiel a sus palabras en que más que ver si otros cumplen sus palabras, él las vive.

Finalmente, Droste también destacó la importancia de la relación matrimonial. “Es fundamental una historia común, lo que no es solo compartir el mismo techo, sino armar una historia real. Los hijos necesitan que los padres nos tratemos bien entre nosotros, pues solo así es posible un trato auténtico con los hijos”.

El rector de la Universidad Católica, Ignacio Sánchez, fue quien tuvo a su cargo el cierre del seminario. En su exposición habló del gran rol que han tenido en su vida distintas mujeres: su abuela, su madre, su señora y sus hijas. De todas ellas aprendió aspectos que lo marcaron profundamente. Y de esas enseñanzas recalcó lo que le han inculcado sus propias hijas a él. La música, el trekking y a andar a caballo son lecciones que ellas le dieron y que agradece muchísimo. Son experiencias de un amor circular donde el pa

dre da y enseña, pero también recibe y es enseñado.

A partir de esa propia vivencia, Ignacio Sánchez recalcó la importancia de llenar la relación de anécdotas y de actividades juntos. Es de esos momentos de donde surge la relación cercana y aspectos que recordaremos toda la vida. “Son los detalles, las acciones más simples, como por ejemplo, el cómo uno las despertó toda las mañana para ir al colegio, lo que potencia la relación padre hija y lo que las acompaña toda la vida. Uno piensa que estas situaciones son automáticas y superfluas, pero cuando las hijas ya grandes, vuelven a esos momentos, uno se da cuenta de lo relevante que fueron para ellas”.

Finalmente, también llamó a estar siempre atentos a resaltar las virtudes. “Nuestra sociedad está muy basada en el defecto. Qué importante es decirles lo bien que hacen las cosa, lo valioso que es que se esfuercen y fortalecer todas sus potencialidades para construir un país mejor”.

Para cerrar este gran encuentro se presentó un video en el que distintas ex alumnas hablaron de la huella que sus padres dejaron en ellas, en los más diversos ámbitos como la fe, la cultura, el deporte, los gustos, las distintas aficiones y los valores.